sábado, 16 de enero de 2010

Solo para variar

Un hombre poseía 11 camellos, y dejó un curioso testamento, que decía que a su hijo mayor le daba la mitad de los camellos, a su hijo mediano le daba la cuarta parte, y al hijo menor la sexta parte. Cuando el hombre murió, los hijos quisieron repartir los camellos tal y como decía el testamento, pero vieron que no podían.

Mientras los hijos estaban pensando en cómo repartir los camellos, pasó por allí un sabio montado en su camello, al cual pidieron ayuda. El sabio juntó su camello con los 11 de los hijos.

Sabio: Bien, decidme cuántos camellos hay ahora.
Hijos: Hay doce camellos.
Sabio: Bien, la mitad de ellos, es decir, seis, serán para el hijo mayor. La cuarta parte de ellos, tres, para el hijo mediano. La sexta parte de ellos, dos, para el pequeño. He repartido en total los doce camellos, y sobra uno, el mío. El testamento se ha cumplido.

Los tres hijos quedaron conformes con el reparto, y el sabio se fue con su camello. En realidad el testamento no se ha cumplido al 100%, pues el hijo mayor tiene 6 camellos de 11, es decir, 6/11, que es algo más que 1/2. El mediano tiene 4 camellos de 11, es decir, 3/11, algo mayor que 1/4. Y el pequeño tiene 2 camellos de 11, es decir, 2/11, algo mayor que 1/6. Como se ve, el 1/12 sobrante se lo han repartido entre todos.